martes, 2 de junio de 2009

Felidad: ¿Cual?

La felicidad la encontramos de acuerdo con nuestra actitud frente a la vida









¿Porque tenga carro último modelo, casa en estrato seis, cuenta en un banco, vista ropa de Oscar de la Renta y sus hijos estudien en colegios con pensiones caras; cree ser más feliz, merecedor de privilegios y ser más importante que aquel personaje residente en una casa humilde, honrado, trabajador, buen padre y respetuoso de las leyes?






Cuan equivocado estamos los imaginantes de la absoluta verdad frente a tal situación.
Julián Martínez cerró el quitipon sin bajarse del burro, con el garabato había soltado la lazada sin púas del alambre broche y después de cerrarlo apuró al jumento para llegar a la puerta de la vivienda de donde salió Rosa sonriente y dispuesta a ayudarlo a bajar los mochilones donde reposaban las yucas, plátanos, malangas, mazorcas y demás viandas complementarias para la alimentación de la familia durante el fin de semana, luego de lo esencial para guardar la provisión y del regreso de Julianito después de haber soltado en el potrero aledaño a “El Morito”, nombre del principal medio de transportes de la familia Martínez Colón, se reunieron los cuatro después de que Omaida, la menos del grupo se adhiriera a sus padres y su hermano a un coloquio alrededor de la mesa ubicada al frente de la hornilla donde Rosa acababa de bajar del fogón una olla con humeante y fresco café con el cual se iniciaba la comida de la tarde.
Hablaban por turnos sobre los temas del colegio de los jovencitos y de la maestra de la vereda, de los conejos capturados con los lazos de alambre liso puestos por Julianito, Omaida se refería a los tendidos de ropa sostenidos por la troja donde las hortalizas alzadas para evitar a las gallinas, necesitaban una reparación y Rosa ponía al tanto al grupo sobre su viaje al poblado para comprar sal, aceite y azúcar.
En la noche cada quien sobre una poltrona en el patio a cielo abierto, observaban la luna, mirraban en el trasluz a las candilejas y los cucuyos, escucharon juntos los sonidos del campo, olieron los aromas de los heliotropos crecidos en las orillas de la acequia cercana y narraron cuentos criollos e historias de antepasados muertos y vivos en sus memorias.
En una parte de la ciudad, Álvaro Muñoz entró conduciendo su carro al garaje, bajó corriendo, gritó a Carmen, la de servicios generales, para encontrar servido en la mesa el almuerzo hasta las seis de la tarde no había podido ingerir nada, miró sobre la mesa los 20 recibos de cobro de las mensualidaddes de: agua, luz, cable, gas, periódico, internet, colegio, universidad, casa, teléfono, celular, obligaciones bancarias Etc. Algunos de ellos estaban atrasados o con una orden de corte señalado por una tijera pintada; eso lo mortificó un poco, luego se exaltó cuando se enteró sobre la ausencia de su esposa, quien estaba al parecer conversando con amigas en el club, la hija mayor se había ido de paseo en el automóvil nuevo con el novio y el menorcito había llamado por teléfono para decir que dormiría en casa de la vecina del dueño del almacén más grande de la ciudad.
Álvaro se molestó cuando aligeraba los alimentos fríos, la muchacha solo lo había esperado un poco para luego salir a la puerta a hablar con el celador del barrio; no había encontrado las madias parecidas al color de su pantalón, una orden de embargo del Juzgado civil estaba pisada por el frutero de la mesa del comedor y debía apresurarse si quería llegar a tiempo al sitio donde lo esperaba un comprador de ganado de quien había ya recibido un dinero y se disponía a visitar la finca para llevarse las vacas negociadas en días pasados y de las cuales algunas estaban muertas por efectos de la aftosa.
No quiero ahondar más, pero podemos sacar conclusiones en cual de los dos grupos está presente con mayor énfasis la felicidad.
Esta es una historia real, tomada de las constantes visitas realizadas en el entorno donde me muevo. Agréguele a sus cavilaciones después de leerme; muchos ingredientes más noconsignagnados acá por cuestiones de espacios periodísticos y, podrá concluir sobre la importancia de tener dinero y la de ser felíz sin la necesidad prioritaria de tenerlo por montones.

¿Felicidad donde esta?




La felicidad la encontramos de acuerdo con nuestra actitud frente a la vida






¿Porque tenga carro último modelo, casa en estrato seis, cuenta en un banco, vista ropa de Oscar de la Renta y sus hijos estudien en colegios con pensiones caras; cree ser más feliz, merecedor de privilegios y ser más importante que aquel personaje residente en una casa humilde, honrado, trabajador, buen padre y respetuoso de las leyes?





Cuan equivocado estamos los imaginantes de la absoluta verdad frente a tal situación.
Julián Martínez cerró el quitipon sin bajarse del burro, con el garabato había soltado la lazada sin púas del alambre broche y después de cerrarlo apuró al jumento para llegar a la puerta de la vivienda de donde salió Rosa sonriente y dispuesta a ayudarlo a bajar los mochilones donde reposaban las yucas, plátanos, malangas, mazorcas y demás viandas complementarias para la alimentación de la familia durante el fin de semana, luego de lo esencial para guardar la provisión y del regreso de Julianito después de haber soltado en el potrero aledaño a “El Morito”, nombre del principal medio de transportes de la familia Martínez Colón, se reunieron los cuatro después de que Omaida, la menos del grupo se adhiriera a sus padres y su hermano a un coloquio alrededor de la mesa ubicada al frente de la hornilla donde Rosa acababa de bajar del fogón una olla con humeante y fresco café con el cual se iniciaba la comida de la tarde.





Hablaban por turnos sobre los temas del colegio de los jovencitos y de la maestra de la vereda, de los conejos capturados con los lazos de alambre liso puestos por Julianito, Omaida se refería a los tendidos de ropa sostenidos por la troja donde las hortalizas alzadas para evitar a las gallinas, necesitaban una reparación y Rosa ponía al tanto al grupo sobre su viaje al poblado para comprar sal, aceite y azúcar.
En la noche cada quien sobre una poltrona en el patio a cielo abierto, observaban la luna, mirraban en el trasluz a las candilejas y los cucuyos, escucharon juntos los sonidos del campo, olieron los aromas de los heliotropos crecidos en las orillas de la acequia cercana y narraron cuentos criollos e historias de antepasados muertos y vivos en sus memorias.




En una parte de la ciudad, Álvaro Muñoz entró conduciendo su carro al garaje, bajó corriendo, gritó a Carmen, la de servicios generales, para encontrar servido en la mesa el almuerzo hasta las seis de la tarde no había podido ingerir nada, miró sobre la mesa los 20 recibos de cobro de las mensualidaddes de: agua, luz, cable, gas, periódico, internet, colegio, universidad, casa, teléfono, celular, obligaciones bancarias Etc. Algunos de ellos estaban atrasados o con una orden de corte señalado por una tijera pintada; eso lo mortificó un poco, luego se exaltó cuando se enteró sobre la ausencia de su esposa, quien estaba al parecer conversando con amigas en el club, la hija mayor se había ido de paseo en el automóvil nuevo con el novio y el menorcito había llamado por teléfono para decir que dormiría en casa de la vecina del dueño del almacén más grande de la ciudad.
Álvaro se molestó cuando aligeraba los alimentos fríos, la muchacha solo lo había esperado un poco para luego salir a la puerta a hablar con el celador del barrio; no había encontrado las madias parecidas al color de su pantalón, una orden de embargo del Juzgado civil estaba pisada por el frutero de la mesa del comedor y debía apresurarse si quería llegar a tiempo al sitio donde lo esperaba un comprador de ganado de quien había ya recibido un dinero y se disponía a visitar la finca para llevarse las vacas negociadas en días pasados y de las cuales algunas estaban muertas por efectos de la aftosa.
No quiero ahondar más, pero podemos sacar conclusiones en cual de los dos grupos está presente con mayor énfasis la felicidad.
Esta es una historia real, tomada de las constantes visitas realizadas en el entorno donde me muevo. Agréguele a sus cavilaciones después de leerme; muchos ingredientes más no consignagnados acá por cuestiones de espacios periodísticos y, podrá concluir sobre la importancia de tener dinero y la de ser felíz sin la necesidad prioritaria de tenerlo por montones.

Mar, tangos, perlas y acordeones










En los 18 meses que viví en Puerto Rico, acostumbraba a visitar el muelle en San Juan y por los lados de Bayamón, Ponce, Mayagüez, Arecibo y Caguas, siempre me acerque a donde hubiesen barcos fondeados.
Cuando aprendí fotografía, mis primeras graficas se las hice a los barcos, a sus capitanes y marineros que me impresionaban siempre por mi condición de vallenato mediterráneo.
Los navegantes son siempre veteranos del océano, pues hablan de cosas que no conocemos los hombres de tierra. Ellos son tristes casi todos y tienen una profundidad tremenda en la mirada cansada de observar horizontes infinitos, pero despiertan el deseo de hablar con ellos y escuchar experiencias que tienen los tintes de raras para los que conocemos poco al mar.



Amigos hipies en mi juventud (cerca a Ponce) Kevin, Laskon; Katia y yo .



Muchos usan pipas que succionan lentamente, una gran mayoría se ponen franelas a rayas, cachuchas o boinas y se tatúan la piel. Debe ser a causa de la desocupación y el tedio en la cubierta de sus barcos, después de haber echo las labores de aseo y otros menesteres.
Mario Iglesias es un retirado capitán argentino que conocí en Puerto Rico, con él viajé a Porlamar en la isla de Margarita, a Puerto España en Trinidad y a las Guayana Holandesas hoy Surinam. Compramos perlas y negociamos diamantes en un ambiente hostil pero sin los tintes mafiosos que hoy se dan en las cosas ilegales.
Vino a verme después de 20 años cuando lo dejé en Caracas tratando de casar a su hija, quien había venido con él desde Salta, su tierra.
Me reparó de pies a cabeza, los pies pesados y la canosidad de su cabeza me dieron a entender que estaba cansado de vivir. Trajo mate, y resinas de la pampa; pantalones anchos y gafas oscuras. Hablamos dos días seguidos y me contó de sus nietos, del fútbol, de Buenos Aires, del río La Plata y de sus viajes a Montevideo donde reside su hija.
Le prendí el equipo, le brindé aguardiente, tomamos café y escuchamos vallenatos toda una noche. Se enamoró de la música y eso me agradó. Entre los músicos que sobresalieron a su gusto; prívense: Alejo Durán, Diomedes, Alfredo Gutiérrez y Luis Enrique Martínez y, eso que le presenté a los interpretes nuevos también.
Ello me dio una lección sobre lo que hemos venido transmitiendo siempre a los nuevos artistas de la composición, el canto y la ejecución. Lo que se está grabando ahorita, es música para un rato; todavía aquellos de ayer siguen gustando y si no lo creemos, sintonicemos una emisora seria y escucharemos a los mismos de ayer ejecutando y cantando sus melodías y a los de hoy interpretando los cantos y melodías de los de ayer.
En estos momentos, cuando escuchamos una canción que va por la mitad de su interpretación musical, sin escuchar la letra no sabemos cual es, pues el pum pum rápido y raudo, es igual en todas.
No entendemos como acordeoneros como Israel Romero, otrora tan bueno, haya caído en el jueguito en el que están asomados otros de iguales buenas condiciones como Omar Geles y muchos, pero muchos más, contagiados con el firifíri.
Y son bastantes, pero nombro a éstos que admiro tanto y que me causan un fuerte dolor al notarlos impregnados de una forma de ejecutar el instrumento que tanto conocen y al cual le pueden sacar tantas notas bellas conservando las raíces del folclor musical mas hermoso de Colombia.
Mario Iglesias es un Argentino al que nunca la gustaron los tangos; hoy observo a muchos acordeoneros que no les gusta el vallenato; Mario sigue degustando mate, acordándose de su pampa y de su delta, mientras que mis paisanos distorsionar la música que les ha dado grandeza. Eso me hizo pensar que debemos buscar la forma de inculcar didácticamente a los músicos nuestros; el valor de este bello folclor de Francisco El Hombre, pues ellos no lo quieren entender de otra manera.
Cerro Murillo en Valledupar.
A él le han cantado muchos
compositores de
música vallenata

Ringo sin pistolas

Alguien me dijo una vez “Me gustaría vivir en un pueblo para tener un patio igual al de una finca” Eso me hizo recordar a Ringo en Codazzi; es Luis Felipe Rodríguez Romero; un hombre sesentón, ojos verdes, de mediana estatura y la agilidad de gato rociado con agua caliente; con él vi las primeras películas en el cine Tiyíco en Codazzi, pues siempre tuvo a cargo las maquinas de proyección y fue mi compañero de regreso a casa después de cerrar el establecimiento. Ringo recibió el apodo, del pueblo cineasta y observador de sus emociones después de la proyección cada genero italiano llevado al cine en su oportunidad, una época en que se renovaron las películas de pistoleros y los disparos tuvieron otros sonidos igual que las caídas de los abatidos y los estilos de desenfundar los revólveres de los chachos. Es de los pocos familiares residentes en mi pueblo natal, junto a José Alberto Edith Marina y Marcelino tratan de conservar la esencia de la pulcritud y la honradez con que mi tía Teresa y mi abuela Rosa Romero criaron a sus descendientes. Un patio amplio y sombrío es lo deseado por cualquier costeño, igual una vivienda clara y con circulación interna del aire fresco de las mañanas y bonitas tardes caribeñas. Esto parece no entusiasmar a los arquitectos, ingenieros y diseñadores modernos; quienes se han enfrascados en someter a la sociedad calentana a sufrir las incomodidades y los desajustes con la realidad y el entorno en los diseños habitacionales elaborados en la contemporaneidad donde nos someten a unos pocos metros para nuestros patios, ventanas diseñadas para climas fríos, escaleras conducentes a segundos y terceros pisos e incómodos y apretados baños no ajustados a una real necesidad habitacional. No es explicable como en la costa, donde no existen limitaciones de espacios horizontales se hagan diseños de tal naturaleza, cuando disponemos de todo el espacio posible sin los estorbos de terraplenes, rocosidades, altos costos u otras limitaciones que impidas construir viviendas acordes con los arraigos, costumbres y posibilidades de los viviendistas.

 Por ello y por muchas cosas más, me gusta ir a la casa de Ringo en Codazzi; él mismo dirigió la construcción hace unos años. Una amplia sala cuya decoración parece estar llenas de corales y diamantes de ensueños, la oficina de Aura su esposa, o bien sea la cocina, es una delicia en todo sus contenidos, amplios cuartos poseedores de ventanas resolladotas anteceden a lo más bonito de la sencilla morada de la ejemplar pareja. Sombras regaladas por guanábanos, caimitos, marañones y un guásimo hermoso, dejan sentir al visitante una sensación de vivir la vida a plenitud; es la única parte donde tomo trago cada año cuando voy a mi pueblo; allí lloro, río, cuento y chismoseo los sucesos cotidianos de la real y mentirosa vida donde me movilizo. Me abrazo a mi tío en las madrugadas de los recuerdos mozos y prevemos cosas de las cuales no estamos seguros. Él es mi amigo, sino el único. Reflexionamos sobre las hormigas y los problemas mundiales, sobre la estrechez de los bolsillos y de las viviendas de los nuevos arquitectos surtidores de las incomodas casa del momento , de la situación de Codazzi y la políticas presidenciales; sobre las condiciones actuales del ser y los errores cometidos por nosotros mismos; el me enseña y yo hago igual, pero el sigue siendo “El Ringo” con las pistolas del amor filial y del cariño del familiar amigo y bueno. Dios me lo bendiga.
JULIO DE LA ROSA; AMIGO ESPECIAL


En el Valledupar de mis amores:


Alguna vez de mi vida lo vi llegar con las botas puestas; estábamos sentados, el difunto locutor Alfonso Gil Navarro y yo en una cafetería junto a la hoy desaparecida Ondas de Macondo cuando llegó Julio con una correa gruesa ceñida a la cintura, botas puntuadas y gafas oscuras, en la esquina habló un rato con “El Nene Arepa”, encargado de dirigir le emisora en esos tiempos tan buenos para la radio Cesarense y luego se marchó, me acordé de Aníbal Velásquez en su época de oro, entonces Gil Navarro me puso al tanto, pues yo hacía radio en otra parte en esos momentos y supe del barranquillero que estaba incursionando en la radio vallenata con una fuerza tremenda.
Hoy analizo al mes de Julio después de sus 31 días y entrando al octavo mes del año recuerdo cuando vi en el colegio la biografía de Julio Cesar, de quien se tomo el nombre por los romanos 44 años antes de nacer Jesús, para darle el nombre a tal mes del calendario hoy modernizado.
En cada madrugada es una costumbre escuchar en Valledupar, la voz apretada, crítica y franca de Julio de la Rosa. Yo le he dicho siempre “Pintita” como él se dirige a muchos; he tenido programas mañaneros paralelos con él sin que nunca hayamos entrado en competencia y lo he admirado mucho por la férrea condición de su personalidad, su condición de hombre despreocupado por los habituales atormentes que presenta la vida, lo buen amigo y su capacidad de adaptación a las circunstancias de la vida.
No se porqué razón sus padres lo llamaron Julio como cada séptimo mes del año, pero si creo que el primer apellido le llega de las rosáceas donde se dan las rosas fragantes y de corolas tupidas con tallos espinosos, donde hay hojas alternas, ásperas, pecioladas compuestas de números impares. La mayoría de ellas son terminales en solitarias o racimos con cáliz aovado o redondo, en fin una bella muestra de la naturaleza para que fuese tomado por los españoles para formar algún apellido que hoy con los antepuestos del castellano usa la familia de De la Rosa.
El Insignares debe venir de insignia; en fin, si no es así, ya acá lo adoptamos como tal, Julio de la Rosa e Indignares se convirtió en una insignia de la radio vallenata y eso es motivo de gran satisfacción para sus amigos, dentro de los cuales me cuento.
Buen lector de noticias, lo hizo y lo hace muchas veces, conocedor de salsas y rancheras; amante del folclor vallenato, político, discursero, le fascinan los boleros finos y de gusto exquisito para cualquier aire o ritmo que endulce el oído de buena manera, ha hecho escuela de locutores, de amigos y de buenas mujeres, amante del billar y noble con sus amistades; Julio es considerado desde hace rato como un vallenato más.
Pero lo mejor de él está en su condición de critico a lo mal hecho, al abuso y las malas costumbres, debió tener una formación rígida; ayer lo oí y está igual, un poco cansado guturalmente, pero conservando el timbre y la energía de los buenos locutores.
No le damos fama, solo hacemos un reconocimiento a éste gran valor de tantos años abriendo voz en nuestros radiorreceptores y dejándose ver poco en las horas tempraneras de cada día. Pongo de ejemplo a Julio ante los nuevos valores; él es un hombre sencillo y buen colega, responsable con su profesión y persistente en un estilo único que a muchos gusta. No se las da de saber más que nadie, pero si lo sabe hacer mejor que cualquiera.
Poca importancia la ha dado al dinero, pero si a sus amistades y a su profesión; me enorgullezco de estar en ese medio aunque la hostilidad y el celo estén presentes entre el colegaje, en él no es así y ello me llena de satisfacción.
Adelante Julio.
roridu@hotmail.com

sábado, 30 de mayo de 2009

HOMENAJE A LAS MANOS




Miembros útiles



Por RODRIGO RIEDER



Hace un tiempo escribí un homenaje a las camas por ser el sitio donde pasamos el mayor tiempo de nuestra vida; ahora deseo ponerme de acuerdo con los lectores y proponerles la lectura de las manos, como nuestras más queridas y leales amigas. Ellas nos acompañan desde cuando entramos al mundo; nos permiten desde pequeños apoyarnos en las barandas e las cunas y de nuestras madres olorosas a amor, a leche y a ternura.
Con las manos comenzamos a abrir desde nuestra infancia; puertas, cuadernos, cajitas y las pequeñas alcancías donde guardamos monedas; las cuales luego en nuestra madurez miramos como si hubiesen sido escamas de pescados.
Son gemelas, iguales casi siempre y aunque viven un poco separadas. La verdad es que viven unidas y acosadas por el deseo de juntarse para hacer quehaceres y ayudarnos a hacer la vida con sus diez dedos laboriosos; ellas están presentes en la lucha diaria y aún en las batallas de las noches, entre las cuales hay que incluir las del amor y las caricias perseguidoras sobre la piel de cada pareja, el éxtasis, la ternura, el orgasmo o el milagro de los hijos.
Hay momentos en en los cuales se cruzan, otros en que reposan sobre las rodillas y en silencio se hacen confidencias mientras miramos como se muere cada día de nuestra existencia; se laceran, maltratan y arrugan. Las manos pulen maderas hasta convertirlas en muebles lisos, brillantes y bonitos, llevan hasta la boca a los alimentos y hasta los ojos los pañuelos que se humedecen con lágrimas o briznas de la vida.
Mirar las manos es hermoso: Verlas en los sembrados recogiendo frutos, igual es hermoso sentirlas entre ruedas, martillos, cordelerías, telares, construyendo juguetes y en los teclados de los computadores. Dando vida a la vida.
Las manos van y vienen con sus dueños por oficinas y talleres; hacen letras, ponen en marcha motores y están trabajando por todas partes: barriendo, escalando, zurciendo, distribuyendo, enseñando y encendiendo cirios en los velorios llenos de lucecitas parpadeantes. Ellas trabajam en armonía.
Hay que amar las manos y evitar por cualquier medio que se corten, cuarteen, o que tengan tropiezos dolorosos; son ellas la prolongación de las manos de Dios y por ello tienen virtudes milagrosas. En verdad siento bien por lo que hacen, hay un poco de todo lo consruido por Dios a cada instante; la historia de las manos, es la historia de todo cuanto se ha hecho en este mundo y quizás de lo que haremos mañana en el otro.
Asi debiesen ser las parejas de casados, rejuntados o concubinos; llamemos como queramos a las parejas buscadoras de felicidad; omemos como ejemplo a las manos: nunca se pelean, ni siquiera discuten, trabajam armoniosamente, cuando una falla, la otra intenta o reemplaza la acción requerida. Esa coordinación entrega simpre un buen resultado para el funcionamiento del cuerpo y e la vida.
Cuidemos nuestras manos; igual a otras partes de nuestro cuerpo. Poco a poco iremos rindiendo homenajes a cada uno de los miembros del físico humano. Ya me los imagino pensando cuando lleguemos a sitios llenos de tabúes en la sociedad actual. LLegaremos allá, si; con la debida altura caracterizada por este escritor de la vida y sus pequeñas cosas; éstas, las reales dueñas de los grandes sujetos constructores de las consideradas equivocadamente como grandezas.
Las partes de nuestro cuerpo, igual a los animales, nos regalan muchos ejemplos de avenencia necesarios para el mejoramiento de las relaciones interpersonales y de buebnos resultados con la naturaleza misma.

La Muerte

LA MUERTE: HERMOSA Y BELLA MANIFESTACION


Por: Rodrigo Rieder



Los domingos en Valledupar se deben aprovechar con mucho cuidado, pues es poco lo que hay que hacer; en unos de esos aburrimientos cotidianos de los fines de semana, en los que muchas personas se dedican a jugar dominó en las puertas de sus casas o a libar alcohol, si acaso no se van al río. Me fui a Los Jardines del Ecce homo a vivir un rato con los muertos.
Es un bonito parque cementerio, allí me senté a la sombra de un árbol y me puse a contar sepulturas y a observar las flores, muchas ya marchitas, otras artificiales; algunas acomodadas alrededor de los limites de la propiedad de cada difuntos, otras en círculos, y las tumbas más solitarias, en cualquier parte reservaban los manojos; algunos maltrechos, otros mallugados.
La sección más nueva de estar recibiendo cadáveres, estaba repleta de visitantes, mientras que los lugares por donde hace algún tiempo se comenzó la siembra de despojos, estaba desolada proporcionalmente con las otras que a cada a cada medida del tiempo pasadp, iban mostrando el olvido de sus dolientes.

Eso me trajo a la mente, que los muertos como el amor y otras manifestaciones, son olvidadas con el paso de los años. En la parte nueva había una circulación animada de señoras de edad madura más que todo, con sus vestidos negros todavía, arreglando y regando con agua y lagrimas una que otra tumba, mientras que en los otros lugares se denotaba menos decoraciones y, los escasos visitantes presentaban vestiduras coloridas, pequeños grupos de viejos acompañados por jóvenes y niños hacian la visita en medio de animadas charlas denotando el olvido al dolor sentido en los primeros momentos de la partida del difunto.
Como todo es posible en este mundo, lo mismo que en el otro, pensé que, podría ser que un día regresarían los muertos a descifrarnos los secretos que ellos ya conocen; podría ser que ellos retornaran y nos contaran lo que ocurre más allá de las tumbas y del misterio todavía inviolado.
En caso de que esto ocurriera, no me inclino del lado de las cosas amargas, de los castigos implacables y eternos; puede ser que cuenten cosas increíbles, bellas y del mismo linaje de los sueños despiertos de los hombres buenos y de la poesía, que no tienen desenlaces dolorosos y tristes, si no relatos maravillosos, de esos que derrotan el temor, las agonías, las funerarias y esas otras cosas que simbolizan y consagran la muerte, tan temida, tan desacreditada y tan oscura.
Si los muertos hablaran y volvieran con sus desconocidas y esperadas palabras, tal vez nos dirían que morir no duele nada, que hacerlo es entrar al reino de la luz y de las flores que nunca se marchitan; poder perder peso sin ninguna dieta, o mejor sentirnos sin ningún peso encima y poder caminar sobre la brisa hasta el fuego de la estrella más lejana, si tener la posibilidad de caer en cualquier sitio, conservando la transparencia y la serenidad. Que bello sería; ¿verdad?
Si conociéramos los vivos eso; dejaríamos de visitar a las tumbas y comenzaríamos a envidiar la muerte, porque así es el hombre. Queremos el bienestar que el otro tiene; entonces entraríamos a querer morirnos. En los muertos desaparece la noción del tiempo, de espacio y de remordimiento; pienso que en sus adentros todo es salud, plenitud y esplendor, no hay zozobras ni oficinas, ni vanidades, tampoco patrones, ni palabras vanas, no hay; aguaceros, incertidumbres, porvenires, limitaciones, accidentes, pesadillas, traición, celos, ni dolor; tampoco existen las esperas frente a una secretaria grosera, o esas manifestaciones que hay que soportar sabiendo que son falsas y que debemos creelas como ciertas.
Pienso que tras la muerte solo hay cosas buenas que se pasean sonriendo sobre las cruces y los terraplenes de tierra, en forma suave y silenciosa como el volar de las mariposas, pero que ese es un vuelo eterno donde no se pierde nada, pues no hay que hacer ningún esfuerzo para cruzar los mundos que tiene el universo.
Si llegasemos a conocer la muerte; entonces estariamos deseando morirnos.

Palomas mansas


Por. Rodrigo Rieder Durán


“EL HOMBRE DE LAS PALOMAS”


Hay una lección que diariamente recibimos los vallenatos; una lección de amor, de costumbre y de entendimiento simple que nos entrega el humano y el animal. Ayer cuando caminaba por la plaza Alfonso López un señor común y corriente montado en una motocicleta pequeña montó el bordillo de acceso al centrodel amplio lugar y con un pito de jeep de bastantes decibeles, pitó insistentemente; luego sobre el centro del lugar donde él se había estacionado, se arremolinó un grupo de palomas caseras que en círculos volaron por un rato hasta que después que le vieron sacar una manotada de alimento de la bolsa, bajaron a comer en un desordenado grupo.
Detenido y analizando alguien que no había sentido llegar a mi lado y que al parecer es residente cercano del lugar, comentó: “ya no las veremos neceando durante el resto del día”.
Supongo que otros habrás escrito sobre esta habitual buena costumbre del personaje que diariamente viene a alimentar las palomas de la plaza; pero pienso que la acción nos da para pensar y proyectar muchas cosas.



¿Cuantas acciones buenas hacemos nosotros cada mes, o cada semana o mejor, diariamente? Asisto a una iglesia donde se predica lo que Jesús vino a enseñarnos en su corta visita a la tierra y, ello me ha sensibilizado siempre. Una de esas cosas nos habla que debemos dar sin esperar recibir, así como el señor de las palomas y como Jesús nos los dijo y ejemplarizó; pero. ¿somos capaces de ello?
Dios nos ha puesto tareas difíciles y para cumplirlas debemos mantener el alma y espíritu dispuesto. A veces nos deja pensando una acción equivocada del sacerdote, pastor, diacono o ujier que está metido siempre en la Palabra de Dios y además la propaga; sobre todo cuando toma pasajes de Ella para acomodar situaciones a las cuales Él no se refería y que se relacionan con los comportamientos actuales del individuo frente a: perdón, diezmos, formas de entregar el amor, primicias, respeto por las creencias de los demás, siembras (que muchas veces tienen referencias distintas a las siembras monetarias a que ser refieren algunos), valoración y valoramiento de los pecados, pactos, limosnas e infinidades de cosas que se relacionan con el dar y no esperar recibir.
Jesús nos habló de poner la otra mejilla cuando se nos golpeara en una, nos dijo que si se nos pedía algo con que cubrir el cuerpo diéramos más de la capa y que al que nos pidiera, le entregáramos. Pero sigo sin entender como en muchos casos, algunos terrenales religiosos, nos piden que demos y ellos no dan teniendo mucho; cuando me refiero a mucho, no quiero referirme solo a lo material; hay para dar cosas buenas como: comprensión amor, tolerancia, silencio cuando se debe y palabras cuando se necesitan, perdón, sonrisas, abrazos, saludos, llamados e, infinidades de cosas buenas que no se compadecen con el odio, el chisme, las irreverencias, el orgullo, la envidia, la calumnia y muchas cosas más que son producto del envenenamiento que mantenemos en el alma y que al igual que el licor, el cigarrillo, el juego y otros vicios, nos hacen infelices.
Por ello me llegó tanto la conducta amorosa del hombre que diariamente llega a alimentar las palomas en la plaza Alfonso López, ese es un acto parecido al que Jesús nos ha enseñado y debe seguirse como ejemplo; por el desinterés de su protagonista en recibir retribución alguna de las aves y por muchas otras cosas más que se relacionan con el comportamiento del hombre moderno.
Hoy se piensa en dar para recibir; en el, si no me das nada te entrego, inclusive; en el amor, en la amistad, en la vecindad, en los grupos y las individualidades de todo tipo y genero, se demarca un egoísmo que nos hace ver como seres contaminados por la cosas que Jesús no nos enseñó.
Una vez acompañé como muchas veces, a una concentración donde se habló de la palabra de Dios y luego a la hora de comer, vi como los organizadores, conferencistas, directores y demás, no respetaron turnos para recibir el alimento y muchos captaron platos aduciendo familiaridad y preferencias que desencajaron con las cosas pregonadas en los temas tratados; me imaginé a Jesús allí haciendo cola humildemente, estando seguro que Él hubiese sido el último en recibir el plato y el primero en ceder puestos a los más hambriento. Miremos y leamos al libro de Corintios 13 desde el versículo 3 hasta el 8. ESE ES EL VERDADERO AMOR.

Franz Rieder: ¿te mataron sobrino?


Franz Rieder Carrillo:
Se fue para siempre mi sobrino

Por: Rodrigo Rieder Durán

Hoy después de muchos años retomo ésta columna criticona tras la invitación de José Orellano, mi amigo de mil batallas periodísticas y quien como yo viene de reponerse de la pérdida de un ser querido.
José me contaba que en los últimos días antes de venirse a Valledupar había compartido mucho junto con su papá y que habían sido unos agradables y hermosos momentos, que se había sentido niño, había jugado con el progenitor de sus días atesorando de paso los más bellos recuerdos que hoy cada vez que le llegan a la memoria, dibujan una sonrisa en su rostro.
Parecido el caso de lo vivido en los últimos 10 meses, cuando dos sobrinos perdieron la vida en la ciudad de Medellín. Solo que la similitud se da en el caso sentimental y los bellos recuerdos que conservo de ellos; Rodolfo Mauricio y Franz encontraron la muerte en forma trágica en las calles y avenidas de la ciudad de la “Eterna Primavera”. El primero era el más joven, con apenas 23 años encontró la muerte en un accidente tras salirse de la vía regresando de la Universidad a alta velocidad y tras el festejo de un exitoso semestre de ingeniería y Franz, mi sobrino mayor fue asesinado la semana pasada cuando esperaba el cambio de luz en un semáforo para subir a casa de su padre, mi hermano Rodolfo.
Es muy duro recoger a un hijo recién muerto violentamente como le pasó a él. Pensó cuando vio a la policía y a un grupo de curiosos alrededor del vehículo que conducía el muchacho y que se trataba de un retén de la policía, se apeó para investigar que pasaba con su hijo, uno de los agentes le dijo al ser preguntado: mataron al conductor. Para robarlo.
Cuán grande fue su sorpresa al encontrar a su hijo bañado en sangre con un tiro en la cabeza. Un desconocido había terminado con su vida tras la intención de robar su carro.
Allí se truncó otra vida y se sembró un dolor en el corazón de una familia; nunca estaremos de acuerdo con la muerte cuando llega inesperadamente. Miré a José Orellano a los ojos mientras pensaba en esto y me di cuenta que las visitas que habíamos recibido, eran parecidas pero no iguales. La pérdida de su padre le llegó cuando él estaba en constante contacto con uno de sus seres más queridos cuya vida se apagó tras el llamado natural de Dios; a mis dos sobrinos se les fue la vida cuando apenas la comenzaban a disfrutarla y en circunstancias trágicas que dejan un sabor amargo y una inconformidad que llega a la memoria en cada momento que vemos a los jóvenes conduciendo a altas velocidades en barrios residenciales, como el caso que se da en el sector de Arizona acá en Valledupar, donde unos hijos de papi, al parecer enamorados de alguna quinceañera del sector hacen rechinar las llantas de sus burbujas y tomando vueltas de película hacen salir a las madres con hijos pequeños del sector a revisar los frentes de sus viviendas para proteger a sus párvulos.

También vino a la memoria el fatal recuerdo cuando ayer un jovencito corría detrás de la gobernación con una cadena de oro en la mano que había rapado a una señora hacía unos momentos y trataba de huir de sus perseguidores que con gritos y chiflidos trataban de sugestionarlo para que tirara el producto de su robo; cosa que no se dio pero que tampoco dejó resultados fatales donde se perdiera una vida.
Así son las cosas de la vida que nos hacen pensar que los hijos necesitan ser corregidos oportunamente para que no cometan las imprudencias que luego nos traen el luto, la desesperanza, la tristeza, su falta y la culpa.
El caso de José fue un designio de Dios, como también pudo serlo el de mis sobrinos, pero algo habría podido hacerse si acostumbramos a nuestros descendientes a ser prudentes, respetar las reglas de la vida, a ser prevenidos y hasta desconfiados en ciertos momentos, obedientes de sus padres y en general a respetar los diez mandamientos de Dios.