martes, 2 de abril de 2013

RABIETAS DE OTROS (AS); MANEJARLAS: UN ARTE


Por Rodrigo Rieder
Algunas personas tienen por costumbre tener ataques de rabia Parecen ser incapaces de expresar lo que sienten sin ofender, vociferar, dar golpes en la mesa, dar portazos o en algunos casos lanzar por los aires lo primero que cae al alcance de su mano. Si usted se encuentra en la línea de fuego de dichos ataques, puede resultar una situación muy difícil de solucionar y, para las personas sumisas y pasivas, puede ser

imposible.
Estas muestras de violencia indican una pérdida del control por parte del agresor y a la vez son un signo de inmadurez, sea cual sea su edad
Quizá de niño descubrió que cogiendo una pataleta podía manipular a sus padres, y en la actualidad continúa utilizan do el mismo método.
A lo mejor, procede de una familia en la que imperaba la ley del que más grita o del que es más molesto. Sea cual fuere la razón original, cualquiera que habitualmente tenga ataques de rabia será porque ha visto los resultados desde muy pequeño y por eso ha decidido seguir empleando este método para conseguir sus fines.
Aunque no se puede generalizar, alguien que se permite tener ataques de rabia básicamente se encuentra dentro de una de estas dos categorías:
 
1. La persona que nunca se sabe si está de mal humor y que nunca ha aprendido que es más fácil conseguir lo que desea siendo asertivo (a) y amable que intentando forzar a los demás a cooperar.
2. La persona muy tensa que cuando ha de expresar una emoción por motivos de una visita, un ingreso personal o algo para lo que no está preparada, es probable que pierda el control, pero no sabe qué hacer para cambiar la situación. Sin embargo, puesto que también sabe reírse de sí misma una vez se le ha pasado el enfado, es más fácil tratar con ella que con otra persona.

Si hay algo que este tipo de personas no soporta es que alguien insinúe que puedan estar equivocados o que su conducta no es perfecta
. Sólo es capaz de ver las cosas bajo un punto de vista, ¡el suyo! Como es natural, éste es otro signo de inmadurez y debilidad, puesto que una persona fuerte es capaz de reconocer sus defectos.
Si el hombre grita es agresivo, si ella lo hace es
malgeniosa y hay que comprenderla.
En este caso, tendrá que aceptar que nunca va a cambiarle; por eso, a continuación tiene unos cuantos métodos de autoprotección que puede emplear:

·         Procure no tomarse sus comentarios como algo personal.
·         Dése cuenta de que es tan déspota con usted como con cualquier otra persona y que no es el único blanco de sus comentarios.
·         Si puede tener esto presente, con suerte, su conducta le resultará más llevadera y será más capaz de volver a su sitio a esperar que pase la tormenta.
Tómeselo a broma mentalmente. Ya que se está comportando como un niño (a), imagínelo como tal. Mientras vocifera y desvaría, imagine que lleva el uniforme escolar o hasta incluso un pañal. Aunque esto no cambie su conducta, a usted le ayudará a verle más en el sitio que le corresponde.
Si le afecta mucho y no puede hacer nada para aplacar su mal humor, pruebe a desaparecer de la escena. No corra a salir de la habitación dando muestras evidentes de estar afectado; eso no hará más que hacerle sentir desprecio por su «debilidad» y tendrá una razón más para gritar. La reacción asertiva sería decir algo como: «Volveré cuando los ánimos estén más calmados» o «Me resulta muy desagradable que grites o tires cosas, de modo que te estaría muy agra decido si dejaras de hacerlo. Mientras tanto, estaré haciendo otras cosas»
Elija un buen momentos y pregúntele si pueden charlar con calma. Luego puede proseguir explicándole cómo le sientan sus estallidos de rabia y el efecto que tienen sobre los demás.

Por ejemplo: «Cuando pierdes el control nos pones a todos en una situación muy difícil. Por otra parte, también resulta casi imposible comprender lo que quieres decir, así que tampoco puedo satisfacer tus deseos por más que quiera hacerlo».
Los nuevos estudios indican
que la mujer del siglo XXI es
más violenta en sus reacciones
que los hombres.
Probablemente descubrirá que cuando se ve forzado a observar su conducta, este tipo de persona estará llena de remordimiento. Puede llegar a ser bastante generosa con sus disculpas y darlas con toda sinceridad. No obstante, si surge otro problema, como las pataletas, que al igual que muchas otras cosas son un hábito, es fácil que vuelva a reaccionar de modo semejante en otra ocasión.

Para evitar que esto suceda, dígale que se da cuenta de que probablemente pierde los nervios sin ser consciente de ello y que será una costumbre difícil de romper. Pregúntele si estaría dispuesto (a) a que usted le ayudara haciéndole una señal cuando empezara de nuevo el berrinche. Si acepta, acuerden un código entre ustedes.
Estas personas siempre están buscando como discutir sobre temas que creen conocer mejor que sus interlocutores; lo mejor es darle la razón  a la entrada del dialogo y luego se darán cuenta más delante de su equivocación, pero comprenderán y callaran aunque actúen de otra manera en su futuro.
De todas maneras éstas manifestaciones son duras y difíciles de manejar, pero por ello no hay que dejar de hacer el intento, sobre todo si a la persona rabiosa la queremos mucho.



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