Por Rodrigo Rieder
*El excelente día para el mejor ser del universo
Me acuerdo del año 1957 cuando el entonces presidente de Colombia Gustavo Rojas Pinilla convocó a un plebiscito en Colombia y se incluís el derecho al voto para las mujeres del país.
Esa mañana conocí el significado de esa palabra y cuando me explicaban el porqué del plebiscito me detuve a mirar la belleza de una mujer que iba caminando frente a la vivienda de Miguel
Chinchia, vestida de negro, con una tul transparente e igual blusa dejaba ver las tirantas de sus brasieres, llevaba un peinado bomba alta, y taconeaba desafiante con su hermosura frente al grupo de hombres que la observaba.
A mis 7 años y en esos momentos inicié mi valoración a este poderoso ser de la raza humana. En otra oportunidadme detuve a mirar a una señora desde el interior de un bus urbano en Barranquilla; ella desde la acera alzó con dificultad la mano para indicarle al chofer que deseaba abordar, llevaba puestos unos zapatos altos, sobre su brazo
derecho sostenía a un bebé y agarraba a otro niño con la mano derecha; pero
como si fuese poco, sobre su hombro colgaba un bolso largo y pesado al parecer
por lo alargado de sus asas, una bolsa plástica con algunos contenidos estaba
apresado con el brazo que sostenía al bebé.
La minifalda y los aditamentos agregados como aretes, collares y pulsera no fueron obstáculo para que este retrato viviente se montara en el bus y pasara con incomodidad la registradora;
“ya le pago” indico al chofer, a medio agarrar para no caerse y asegurando a los niños con lo poco que le quedó libre en sus piernas y manos, sacó un billete arrugado y pagó, luego buscó un lugar donde sentarse dando traspiés.
Ese día me hice una pregunta: “será capaz un hombre de hacer esta maroma”, me la respondí con duda: “creo que no”.
Cualidades especiales.
Ellas sonríen si quieren gritar, cantan si quieren llorar, lloran si están contentas y ríen si
están nerviosas.
Las mujeres tienen fuerzas que nos asombra a los hombres. Ellas cargan niños, penas y cosas pesadas, sinembargo, tienen espacio para la felicidad, el amor y la alegría. Ellas sonríen
cuando quieren gritar, cantan cuando quieren llorar, lloran cuando están contentas y ríen cuando están nerviosas, esperan una llamada por teléfono de su hombre avisándole que llego sano y diciéndole que la extraña.
Las mujeres tienen cualidades especiales., se ofrecen para las causas buenas, son voluntarias en hospitales, llevan comidas a los necesitados, ellas trabajan como niñeras, amas de casa,
abogadas y solucionan disputas entre niños y vecinos, usan trajes, vaqueros, uniformes y minifaldas. Las mujeres recorren largos caminos para conseguir la mejor escuela para sus hijos y la mejor atención para la salud de su familia.
Ellas no aceptan un "no" como respuesta cuando están convencidas que hay una solución.
Las mujeres escriben una carta de amor a su hombre y saben pedir perdón y perdonar. Son inteligentes y saben de su poder, sin embargo, saben usar su lado suave cuando quieren conseguir algo, las mujeres se alegran o lloran cuando se enteran de un nacimiento o
matrimonio. Saben que un abrazo, un beso y un "te amo" puede
sanar un corazón roto.
Una mujer puede lograr, que una mañana, una tarde o una noche romántica sean inolvidables.
Las mujeres vienen en todos los tamaños, colores y formas; viven en casas, cuartos, cabañas.
Ellas corren, manejan, caminan o usan el computador; el corazón de una mujer es lo que hace girar el mundo; todo lo que ellas quieren es un abrazo, un beso, una caricia. Las mujeres tienen mucho que decir y mucho para dar, la belleza de la mujer no está en la ropa que lleve, la figura que tenga o la forma en que se peine.
La belleza de una mujer debe verse en sus ojos, a través de ellos, porque es la puerta a su corazón, el lugar donde el amor reside. También se refleja en su alma. Es el cuidado que ella le da a la pasión para estar con el que ama a quien se entrega inocentemente.
Es el cuidado que ella le da a su amado cuando está enfermo o cuando le prepara una taza de café en las mañanas o en las noches; la belleza de una mujer con el paso de los años crece hasta el infinito.
La mía, o yo él de ella.
Morena clara, cartagenera, amante de la limpieza, excelente para encontrar detalles, dadivosa, familiar, no le gustan las cirugías estéticas, le fascinan los juegos en el computador y los de naipes, nerviosa, no le caen buen las cucarachas, las hormigas ni los mosquitos; le encanta el arroz con leche, los dulces y los bocadillos.
Malgeniada e impulsiva. Con estas tendencias me ha llevado a aprender muchas cosas que las mujeres reclaman en cuanto a comprensión, tolerancia y paciencia; le gusta vestir bien y hacer
compras, colecciona zapatos y bolsos que luego regala aún sin usarlos.
A Cecilia la atacan los nervios cuando algún malestar llega a mi cuerpo
y por ello he adoptado silenciar mis dolores, solo para verla sonreír siempre
con esa expresión tan hermosa con la que un día me enamoró en la Plaza Santo
Domingo en Cartagena; agarrado de su mano he recorrido gran parte del país y hemos soñado juntos en un sendero de Boyacá, en un Festival Vallenato o en cualquier playa del Caribe Colombiano.
No despertamos regularmente a medianoche a contarnos historias largas y
cortas que terminan en pasión, le canto canciones al oído, le hago cosquillas y
luego roncamos sin sentirnos, hasta cuando despunta el sol; compartimos la vida
sin afán y nos miramos de frente, de cuando en cuando para reafirmar nuestros
sentimientos.
“Siento que soy dueño del mundo cuando te tengo a mi lado”, le digo cuando la enamoro más de dos veces diariamente, ella lo sabe pero se lo recalco y me entiende que no tengo nada: solo a ella. Lo material es superfluo ante esta grandiosidad del amor que nos damos y nos decimos: “nada es
tuyo, nada es mío, solo el amor es de nosotros”.
Un vehículo, una finca, un apartamento, una hoja de papel, una mancha en
el mantel o el vestido, computador, arete u oropel de cualquier tamaño o color no entorpecerá jamás en su funcionar a nuestra relación, por cuanto ella es más grande y significativa que cualquier
cosa que nos rodee.
Y aúno en mí entender el valor humano que hay en el entendimiento y
proceder de cualquier mujer, ellas todas son hermosas, pero la mía es más bella que todas.
Día de la mujer
Aunque para mí todos los días son para Cecilia, hoy cuando se conmemora este día dedicado al ser más maravilloso del universo: La Mujer. Deseo por este medio hacerles llegar a todas mis más grandes sentimientos de confraternidad y pido perdón a todas, por todos los hombres, tras la discriminación a que fueron sometidas en el pasado y eso de haber logrado el derecho al voto, al pleno derecho de ocupar cargos públicos en igual proporción a los hombres o a ser profesionales y a no ser discriminadas, es algo que nunca debió existir por
cuanto ellas son las dueñas de la vida, pues son dadoras de vida cuando son
madres.
GRACIAS MI CECY POR HACERME TAN FELIZ
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